Se espera que la lluvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera.
Alejandra Pizarnik
Cuando yo era aún muy niña soñaba. Soñaba que viajaba en un avión y en otro, que conocía este y aquel país, que hablaba cantidad de idiomas, y que mis satisfacciones estaban dadas del ir de un lugar a otro mostrándole a los demás que se nos ha olvidado lo más importante: Ser humanos.
Si, cuando yo era niña solía hablar mucho con mis profesores y compañeros de escuela primaria… “Arreglábamos el mundo” en un salón de clases.
Hablamos de lo uno y de lo otro. Y en la inocencia característica de quienes aún no saben muy bien que es eso de “ganarse el dinero”, pensar en casa, comida, servicios, esparcimiento, etc; el juego era el de la competencia.
¿Quién lo está diciendo mejor? Solíamos preguntar, y se imaginarán los disgustos que se generaban porque ni a unos ni a otros nos gustaba “perder”.
Hoy en día las cosas no han cambiado mucho. Aún sueño. Sueño que voy de un país en otro y que no existe nada por lo cual preocuparse. Solo por la preservación de los lazos de sincera amistad y aprecio.
Aún conservo esos firmes deseos de cultivar mi camino en sitios distintos a la tierra que me vió nacer y que tanto aprecio. Aun vive en mí la idea de un mundo mas amable para todos, en el que las palabras no sean usadas para herir.
Los sueños!!! Los sueños siempre serán mi hilo con la vida.
La diferencia entre el ahora y el antes es el arrullo mi madre, la presencia de amistades sinceras, y ante todo la ausencia de tantos miedos.
Cuando cumplí mis 18, alguien (que tuve la maravillosa fortuna de conocer tiempo después en Budapest), me escribió una frase que nunca se me va a olvidar y decía que su vida había mejorado a partir de esa edad. La mía si que ha mejorado (en eso si que no te equivocaste querida Solana); pero me ha puesto nuevos retos, dilemas por resolver, y a cargo de múltiples ocupaciones que disfruto con toda la gratitud del mundo, y que sin embargo se me vuelven una maleta pesada y confusa cada que la más leve insinuación de miedo aparece.
Y no es tanto el miedo. Siempre he dicho que los miedos son infundados y creados… Son la impotencia y la tristeza que aparecen cuando pienso en mis confesiones. En esas que paradojicamente se han convertido en una pensadera ahora que llego a mi juventud.
Mis sueños siguen intactos querida madre y cerca está mi hora para convertirlos en realidad. El arrullo seguirá intacto en mi mente ahora que con mi vuelo deseo buscar otros rumbos…
Madre, hermanos, amigos y todos con los que la vida me ha encontrado: Hoy quisiera también volver a ciertos puntos de la historia solo para pedir perdón a aquellos con los que me he equivocado; ya que el errar es de humanos y si algo me hace humana son mis sueños.
Oh Pandora, no dejes escapar lo único que hoy permanece: La esperanza. Tampoco dejes que por esas cosas que pasan pierda la valentía de seguir luchando.
“Se espera que la lluvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera” (Pizarnik)
PD. La imágen aquí.