2013 me dio la bendición de trabajar con Derechos Humanos y de conocer un poco más las montañas de mi país. Bellas como son, son testigos de la barbarie de una guerra que ha golpeado a Colombia por más de 50 años.
Ayer, me encontré con un video que cuenta una de las tantas historias que como profesional me he encontrado cuando recorro tantos parajes y termino exhausta pero llena de la alegría que solo la nobleza de los campesinos puede darte. Aquí se las dejo escrita, pero no se pierdan de ver el video:
«Don Manuel partió del campo a la ciudad a trabajar
Sin saber que allá los sueños nunca alcanzan pa’ almorzar
Don Manuel es de esos hombres, Como Polo Montañez
Que desvisten la nobleza enseguida que le ves.
Don Manuel partió del campo y se encontró que en la ciudad
Una taza de café cuesta mas que la dignidad
Que ironía mire usted, quien sabe donde andará
Aquella vaca pintada que él se cansaba de ordeñar» Lee el resto de esta entrada »
A mi no me cabe en la cabeza que en este mundo sigan sucediendo actos tan prehistóricos como la muerte de una mujer a manos de un hombre que antes ha dicho amarla. Y esta vez la víctima fue Nataly Palacios, compañera de 5 arduos años de universidad.
No es que compartiéramos en todos los espacios académicos pero sí que conocí su lucha diaria y la última vez que cruzamos palabras ambas estábamos exhaustas, llenas de ojeras y medio hartas del mundo. Después de verbalizar todo eso, con una súper sonrisa me dijo: «Ahh, yo estoy muy cansada, pero puedo». (Y pudo. A escasos meses de la graduación ya se encontraba ejerciendo como Trabajadora Social).
¿Hasta cuándo la impunidad seguirá reinando alrededor de los mal llamados crímenes pasionales? Duele mucho ver la lucha de una mujer tan enérgica cegada en nombre de algo que sin duda no es amor. Da miedo, el riesgo de impunidad ante el argumento de una enfermedad de la cual seguramente el hombre este no tiene la más remota idea. Abruma que hechos como estos nos hagan ver a cada hombre como un potencial asesino como me sucedió hoy en el metro cada que veía parejas «enamoradas».
Que no hayan más Nataly en esta ciudad ni en ninguna otra. Y que no se qué, obligue a esta cultura loca, traqueta y enferma, a enseñarle a los hombres que se debe pensar con el cerebro y no con el pene.
Cada mes de Abril se celebra el Día Internacional para la sensibilización sobre las minas antipersonal. Colombia, un país con un conflicto armado de más de 50 años, no ha sido ajeno a esa realidad en la que personas mueren o pierden miembros de su cuerpo por pisar este tipo de artefactos.
Hoy 4 de abril, día en que nuevamente se conmemora este día, existe una campaña llamada Remángate que invita a que las personas se suban una bota del pantalón para simbolizar el deseo de que ningún grupo armado siga usando este tipo de ataques.
4 de Abril. Día internacional para la sensibilización contra las minas antipersonal. Imagen de Germán Vitti en Flickr (CC BY-NC-ND 2.0) , referenciada por Global Voices.
Las opiniones que he leído entorno a la campaña van, desde las personas que la apoyan, hasta quienes catalogan la iniciativa como algo fashion. Pensando los argumentos para un lado o el otro recordé una canción del cantante Juanes en el que habla de las minas y me dije que iba a postearla. No para entrar a defender o debatir si tiene sentido o no remangarse el pantalón, sino para expresar que he sido testigo de lo que expresa esta canción de forma literal cuando he viajado a diferentes pueblos de Antioquia a trabajar con jóvenes. Las minas sí o sí son una muestra de que hay guerra, y creo que no hay que enumerar todos los hechos (que tiene la historia) que demuestran que la guerra al final no tiene sentido.
No exagero si digo que en los caminos de Antioquia, ya de por sí bien montañosos, he visto las escenas que narra la canción mencionada:
1. Son caminos de caminos, donde las piedras son las minas, que van rompiendo huesos de la tierra que se queja, dejando inválida la esperanza (…)
2. Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra.
3. Pero ahí vienen bajando de la montaña con la esperanza, hombres y niños malheridos, buscando asilo, buscando un sitio para soñar y amar.
4. No merecemos el olvido, somos la voz del pueblo, dice un señor con los ojos vendados pero que aún tiene la esperanza en sus manos.
Escúchenla:
Pd. Si quieren saber más sobre las minas antipersonas en Colombia y la campaña Remángate pueden leer los posts que publicó Global Voices en 2011 y 2012.
«Los que deciden la guerra nunca van a la guerra. Siempre envían a otros. Y los que de verdad buscan la paz tal vez no vayan mañana a sentarse en una mesa de negociación: simplemente se levantan, como todos los días, a trabajar«. (Juan Mosquera)
En estos tiempos de tecnología casi que en cualquier institución encontramos un computador, público o de uso interno, con conexión a internet y seguramente lo más actualizado posible.
Una institución de educación superior como la Universidad de Antioquia, de la que se dice es la segunda mejor Universidad del país, no podía ser la excepción. Así que encontramos computadores en los corredores de los bloques de Ingeniería, en salas de cómputo de las facultades, en centros de documentación, y en la biblioteca por supuesto.
Biblioteca Central -- Universidad de Antioquia (Por el usuario Flickr Omar Urán bajo licencia CC by 2.0)
La biblioteca tienen cinco plantas más un sótano y empecemos la cuenta de máquinas: El sótano tiene, el segundo piso también y el tercero cuenta con otras tantas para acceder a base de datos. ¿Qué hay que hacer para usarlos? Fácil. Ser estudiante de la Universidad, registrarse a través de un portal de asignación de turnos de 1 hora cada, uno y listo.
Una carta para mamá por la usuaria Flickr Angélica Cuevas usada bajo licencia CC BY-NC-SA 2.0
Esta es la historia de una maestra, una de tantas, de las que luchan a diario en sus aulas de clase por mostrar un mundo diferente cuando afuera la sangre sigue corriendo y las injusticias sociales viven en los muros de las casas de sus estudiantes.
Esta es la historia.
En un grupo de 45 niños y niñas, de grado segundo de básica primaria, hay tantas historias como seres humanos creciendo. El niño que el papá lo abandonó, la niña cuya mamá trabaja como prostituta, el tímido, la conversadora, el que viene desplazado de cualquier pueblo de Antioquia, el que llega sucio o no lleva la tarea, y así.
Amo mi tierra y la diversidad de su gente. Así, llevo a Colombia conmigo y admiro su belleza pero no sus injusticias.
Aquellos, pensamientos a la nada, fueron mis pensamientos cuando caminaba por el Museo de la Universidad, por allá en Octubre, y me encontré una exposición sobre la historia de la fotografía en Antioquia que incluía una serie de 3 fotos de Turbo. Turbo el de la historia negra, el que queda cerca a Apartadó que más parece se parece a Apartado (sin tilde). Y es que la historia negra en Colombia ha sido una historia invisible pero no se niega morir (y ahí está lo bello del asunto aunque de ayes esté lleno).
Les dejo entonces con la serie de fotografías mencionada que son del autor David Romero:
Un jueves de principios de mes me desperté con los ánimos raros, muy raros y tenía varios compromisos por cumplir con la universidad que tampoco animaban mucho. Pero… por esas cosas que solo pasan cuando suceden, estaba atendiendo algo del proyecto «Mujeres e Inclusión Digital» cuando me invitaron a visitar el asentamiento urbano «Esfuerzos de paz» ubicado en la zona centro – oriental de Medellín.
Así, lo que prometía ser un día sin mayor pena ni gloria, terminó siendo un encuentro con esas realidades que a veces me hacen dudar del progreso que se nos predica por todos lados y que me hacen pensar en que habitamos sociedades bastante enfermas de indiferencia. El encuentro con «Esfuerzos de paz» se convirtió en una de tantas desconexiones de mi rutina para llenarme de la mirada, llena de vida, de aquellas personas que van por la vida sin nada más que sus sueños.
Les dejo algunas imágenes para dar a comprender un poco eso que describo:
Pero los Arhuacos son un grupo tan extremadamente pacífico que es imposible reconocer en ellos a los guerreros Tairona.
Niños arhuacos (Foto de Francisco Rosado en Flickr)
Hace poco conversaba con la familia y en algún momento de la conversación salió a flote el ancestro indígena de mi abuelo materno. Desde ahí me picó la curiosidad y empecé a investigar sobre un pueblo: Los arhuacos.
Lo que tenía era solo ese nombre y como centro geográfico la preciosa Sierra Nevada de Santa Marta (en la Costa Caribe de Colombia). Tras darle una ubicación geográfica decidí buscar fotos y así fue como encontré que también se hace alusión a los arhuacos como «Pueblo Ika»: Lee el resto de esta entrada »
Cruzando la estación Hospital (Metro). Sentido Norte – Sur
Medellín es la ciudad en la que me han puesto. (Digo puesto pero no porque la odie). Finalmente la miro desde la costumbre y desde la historia. (Esa que empieza en que fue el cielo bajo el que nací, la cultura que aprendí, la formación académica que recibo; y terminando porque sus injusticias me hacen enojar profundamente). Lee el resto de esta entrada »
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