Tus ojos son negros, negros como la noche que a veces llega al alma… Pero no existen.
Tus brazos me han levantado cuando he caído, pero tampoco existen.
Tus manos han secado mis lágrimas, pero… no existen.
Tu sonrisa ha acompañado mis alegrías y mis triunfos… y tristemente no existen.
Seguramente te preguntarás por qué digo que no existes.
¿Acaso no te has dado cuenta que ya no perteneces a este mundo? Te has ido sin yo saber por qué, para dónde, ni con quién.
Te quise dar el saludo de año nuevo. Pero ¿como si no existes?
Ayer te llamé a la casa, pero nadie contestó… Se me olvidaba que no existes.
Hace un rato quise acompañarte, ir al mundo en el que estás. No quiero que te enojes, pero las fuerzas no me dieron y nuestro encuentro tendrá que esperar. Acuerdate que no existes… que un atardecer sopló sobre tí y no alcancé a ir contigo…
Por favor esperame, acepta que no logré acompañarte… Ese mismo atardecer lo impidió.
¿Qué hago si no existes? ¿Qué hago si no existe?
Pd. El atardecer engalanó mi cámara el 29/12/2007. tomé la foto desde mi casa (San Javier «La Loma»)