Historia de una deserción escolar

abril 19, 2011

Una carta para mamá por la usuaria Flickr Angélica Cuevas usada bajo licencia CC BY-NC-SA 2.0

Esta es la historia de una maestra, una de tantas, de las que luchan a diario en sus aulas de clase por mostrar un mundo diferente cuando afuera la sangre sigue corriendo y las injusticias sociales viven en los muros de las casas de sus estudiantes.

Esta es la historia.

En un grupo de 45 niños y niñas, de grado segundo de básica primaria, hay tantas historias como seres humanos creciendo. El niño que el papá lo abandonó, la niña cuya mamá trabaja como prostituta, el tímido, la conversadora, el que viene desplazado de cualquier pueblo de Antioquia, el que llega sucio o no lleva la tarea, y así.

45 historias que a mediados de año se convierten en 44: Lee el resto de esta entrada »


Confesiones

marzo 30, 2008

Para mi nunca ha sido tan fácil hablar o escribir sobre el motivo de mi baja estatura, pero hoy he decidido hacerlo debido a que hace poco me topé con una burla que en el momento logró hacerme sentir incómoda, pero que hoy agrego al conjunto de situaciones que a lo largo de mi vida han contribuido a que yo trate de asumir mi realidad con «madurez».

Desde que estaba en segundo de primaria mis padres empezaron a notar que yo era muy baja de estatura si se me comparaba con niñas y niños de mi edad; y por esa razón decidieron consultar a un médico especialista (endocrinólogo) para luego de su diagnóstico tomar una decisión.

Fuí con mi mamá donde el endocrinólogo y éste ordenó un cariotipo cuyo resultado arrojó un «raro» nombre: Síndrome de Turner. Claro! Mi mamá se inquietó bastante debido a que por «ignorancia» siempre se ha relacionado el término Síndrome con dificultades de aprendizaje, pero tras la explicación del médico la cosa cambió un poco y mis padres decidieron buscar una EPS que cubriera el costo de los medicamentos que de ese momento debían empezar a suministrarme.

Fui así como años más tarde (hacia el 2001) inicié un tratamiento con hormona de crecimiento (que todavía me inyecto todas las noches) y  que paralelamente «acompaño»  con pastillas que evitan que la tiroides se vea afectada por sus componentes.

Debo reconocer que asimilar todo lo que implica ser «diferente» no ha sido fácil. Las burlas son como puñaladas que dejan heridas que se toman su tiempo para sanar; además durante un tiempo llegué a pensar que mis padres no se perdonaban tener una hija «distinta».

Pero todo no ha sido malo. Considero que Dios me ha dotado de capacidades con las que he logrado destacarme en muchas cosas y me considero una persona «normal»: Hace poco conocí a una niña también diagnosticada con Síndrome de Turner y pude constatar que soy privilegiada porque la «enfermedad» no se desarrollo en mí, como debía hacerlo.

Ella posee unos rasgos faciales que denotan la presencia del Síndrome, su salud es complicada (tiene problemas cardiacos y óseos) y además tiene dificultad de aprendizaje.

En ese momento agradecí ser como soy, agradecí ser baja de estatura y tener todas las capacidades para aprender; me consideré premiada, y las lágrimas salieron de mis ojos al ver lo poco agradecida que había sido hasta ese momento. Aquella niña es «normal» físicamente, pero no posee un ritmo normal de aprendizaje y esto le ha causado algunas dificultades. En cambio yo, «bajita» y todo, he logrado tener una vida académica que me encanta, aprender todo lo que he querido y obtener logros que han hecho que mis profesores me consideren una estudiante brillante.

Así que de ahora en adelante. No más lamentos. 🙂