La ciudad que estaba a los pies de ella.

Medellín

La ciudad se rinde a mis pies mientras la recorro en un taxi. Es amor. Es odio. Son las dos cosas.

La amo porque su calles guardan mis pasos andados como si fuera un secreto. La odio porque, carajo, tiene más años y más experiencia que yo. Por lo tanto, hace conmigo lo que se le da la gana.

Me obliga a adaptarme a lo que ella ya es: una señora fashion y a la moda pero malcriada. Pone a unos a disfrutar y a otros a sufrirla. O mejor dicho… ¿nos hace sufrir a todos? Nunca se sabe…

Una damas fashion se vende al mejor postor, tiene control sobre tus sentimientos, y casi obliga a que les creas todo. Sobre todo a que le creas que es «la mejor» y que nunca te haría daño. Que ella también te ama como tu lo haces. Que en ella y con ella tendrás todo.

¿Será verdad?

En definitiva y para no fregar más con este asunto: la odio por ser así tan coqueta y risueña. (Es que No hay derecho para tanta primavera junta). Pero… la amo. Voy y vuelvo a ellas todos los días, todas las semanas, todos los meses.

3 Responses to La ciudad que estaba a los pies de ella.

  1. Gabriela dice:

    A mí me pasa eso con Lima: reniego de su desorden, de su cielo gris, de la falta de lluvias. Pero cuando voy en medio ese desorden, veo ese cielo gris y siento las débiles gotas de nuestra lluvia, me siento totalmente en casa.

  2. sorlulito11 dice:

    Esa delgada línea entre el amor y el odio que cruzamos siempre al verla tan viva y esplendorosa, tan gris y melancólica. Ese lugar que amamos y del que muchas veces queremos escapar.
    Se te receurda Mucho. Lulo Cachetona

  3. efi dice:

    La ciudad que es de mis hijos y de mis dos nietos, la amo y admiro porque no duerme y sigue progresando ; me preocupa porque no valora su extensa primavera; ya quisiera enviar por correo la astucia y la pujanza de su gente a mi tierra costera.

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